YOGA MILAREPA MALAGA

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LA PRÁCTICA DEL PRINCIPIANTE. Gita Iyengar

La práctica del principiante


Por Gita Iyengar

Tal vez se pregunten cuánto tiempo debe practicar uno diariamente. Guruji ha contestado esta pregunta muchas veces. Una práctica cualitativa es mejor que una cuantitativa. Todas las partes del cuerpo pueden corregirse en una âsana. Debes estar atento al por qué, al qué y al cómo de la âsana que estás haciendo. Para un principiante, la calidad de la âsana es más importante que la cantidad de tiempo que pueda permanecer en ella. Quizá hacer una âsana no tome más de veinte o treinta segundos. Sin embargo, puedes permanecer de tres a cinco minutos en âsanas como las inversiones, las posturas sedentes, las posturas de recuperación y Shavasana. Es mejor repetir las âsanas dos o tres veces (excepto Salamba Shirshasana). [...] Además, la práctica puede dividirse en dos sesiones, de acuerdo con el tiempo que uno tenga disponible. Puede incluso dividirse como si fuera la práctica semanal.  Quienes no tengan mucha fuerza de voluntad podrán practicar una vez por la semana, luego dos veces por semana y luego un día sí y otro no. Cuando te acostumbres a la práctica, entonces podrás hacer las posturas todos los días con regularidad. No agobies tu mente con la idea de hacer demasiadas âsanas. No sientas la presión mental de que se trata de una práctica que te toma mucho tiempo. Empieza tu práctica con una actitud libre.

Muchas veces, los practicantes hacen todas las âsanas pero se saltan las invertidas, lo cual es un error absoluto e imperdonable. Las invertidas son el meollo de la práctica de âsanas. Se pueden dejar de practicar las demás âsanas por falta de tiempo, mas no se puede dejar de practicar con regularidad las invertidas, salvo durante la menstruación en el caso de las mujeres. Las invertidas regulan el metabolismo, mantienen estable la presión arterial, así como los niveles de glucosa y el equilibrio químico del cuerpo. Brindan equilibrio emocional, estimulan el intelecto y refrescan la mente.

En el caso de un principiante, la precisión no importa tanto pues, en esta etapa, su inteligencia se limita a la movilidad, la flexibilidad y el equilibrio corporal.  Por lo tanto, los aspectos técnicos no deben ser tan precisos ni detallados. Un principiante empieza a aprender desde el inicio hasta que ejecuta la postura. Su objetivo es la âsana. Para él, eso representa el recorrido de la práctica. El alumno que cae en esta “categoría” se considera un “principiante”. Está en la etapa de Arambhavastha [“etapa inicial”]. Pero el verdadero viaje está frente a él.

La mente está fresca cuando se adentra en la âsana. Una vez que el principiante la hace, la alegría del logro lo hace olvidar salir de la postura con la misma concentración mental.  Por lo tanto, hay que desarrollar una especie de calma mental para salir de la âsana.

Mientras uno hace la postura, todas las energías del cuerpo y la mente deben confluir en esa sola dirección.  Una vez que uno aprende a hacer la âsana y puede mantenerla por más tiempo, la energía centralizada o buscada empieza a difundirse y esta energía difusa, si no se canaliza adecuadamente, provoca una sensación de desigualdad. Cuando la energía difusa se esparce en vez de canalizarse, entonces los practicantes empiezan a decir, “¿Por qué siento dolor aquí y no aquí?  ¿Por qué siento el estiramiento aquí y no aquí?”  Esta contemplación de las âsanas significa que el practicante ya no es un principiante.

Se puede dar una respuesta fácil a estas preguntas diciendo que hay algo malo en la forma de practicar.  Pero, para ser más precisos, la sensación de dolor y desequilibrio no proviene de una práctica incorrecta. Por el contrario, uno ha empezado a sentir el flujo de la energía; uno ha empezado a percibir la desigualdad y la asimetría que existe en el cuerpo.

Uno invierte la energía para aprender la âsana y, como resultado, la energía generada debe usarse en esa postura de modo que ésta tenga un mejor efecto y fomente la comprensión del practicante.  Aquí comienza el verdadero aprendizaje. La precisión surge cuando uno empieza a usar correctamente la energía.  Invierte tu energía en la âsana para que puedas descubrir cómo mejorarla, creando simetría, equilibrio y estabilidad.

La segunda pregunta que se hace con mucha frecuencia es cómo hay que respirar en la âsana. El consejo teórico sería “hay que respirar normalmente”. En primer lugar, tienes que asegurarte de que no estés conteniendo la respiración y, en segundo lugar, en vez de concentrarte en la respiración, concéntrate en los aspectos técnicos de la âsana. Sólo es posible concentrarse en la respiración cuando uno logra cierta madurez en la âsana. Pedirle a un principiante que se concentre en su respiración es algo que le provoca confusión; muchas veces, en vez de observar su respiración, empieza a modificarla y alterarla.
De hecho, los maestros que no han aprendido a activar todas y cada una de las partes del cuerpo te pedirán que te concentres en la respiración, lo cual es incorrecto y confuso.  Cuando uno vierte agua en una vasija a medio cocer, ¿qué ocurre? La vasija se cuartea y se rompe.  De manera similar, si uno lleva la carga de la respiración al cuerpo cuando éste todavía no está preparado para ello, los nervios se verán afectados. Por eso hay que pedirle al principiante que se concentre en la ejecución técnica de las âsanas y no en la respiración.  Y, también por esta razón, la práctica de pranayama se limita a Ujjayi 1 y 2 en el caso de los principiantes.

Aquí concluye Yoga in action para los principiantes. Espero que sepan ahora cuánto deben aprender, como principiantes, en el camino del yoga. Un comienzo auspicioso y positivo nos conduce a la meta Absoluta. Gana la carrera con paso lento y firme. Como principiantes, nuestra obligación es practicar con una mente firme y estable.
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Geeta S. Iyengar                                 Yoga in action. Preliminary course, YOG, Mumbai, India, 2000, pp. 120-121.  (Trad. Katia Rheault)